jueves, 24 de mayo de 2007

Octaedro 53

He tomado el café, por fin, amargo,
escapándome acaso, sin sentirlo
y el café que tomé calzó en mi alma
y en ella, derramada, hizo un camino.
Poco a poco, como si cantando,
me alejé de tu huella, sin ser visto
y la mirada se quedó contando
con que has estado, con que has existido.

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